Para empezar, congelaremos el lomo de ternera durante 2 horas aproximadamente. Con ello, conseguiremos que la carne se endurezca un poco para poder cortarla en finas láminas con más facilidad.
Mientras el lomo se congela, lavaremos la rúcula y la escurriremos bien. A continuación, rallaremos la piel del limón y lo exprimiremos para obtener su jugo. Reservamos tanto las ralladuras como el zumo resultante.
Cortaremos el queso de oveja en lascas de unos 3 mm de grosor y reservamos.
Cuando el lomo de ternera esté congelado, lo sacamos del congelador y lo cortamos en láminas muy finas. Podemos ayudarnos de una máquina cortafiambres o un cuchillo afilado. Reservamos las láminas de lomo en un plato.
En un bol, mezclamos el aceite de oliva, el zumo de limón y una pizca de sal y pimienta. Removemos bien hasta conseguir una emulsión uniforme.
En el plato donde tenemos el lomo, añadimos el queso de oveja, la rúcula y la mezcla de limón que acabamos de preparar. Removemos todo con cuidado para que se integren los ingredientes entre sí.
Finalmente, decoramos el plato con las ralladuras de limón por encima, y nuestro Carpaccio de lomo y queso de oveja está listo para servir.
Esta receta es una fusión de sabores mediterráneos que no dejará indiferente a nadie. La jugosidad del lomo de ternera combinada con la intensidad del queso de oveja curado y la rúcula fresca conforman un plato que sorprenderá a los paladares más exigentes. Además, es un plato muy sencillo y rápido de elaborar que puedes preparar en cualquier momento.
¡Anímate a probarlo y cuéntanos qué te ha parecido!